Por Alejandra García y Bill Hackwell el 24 de julio de 2022
Por Trigésima segunda ocasión en 30 años, una caravana de Pastores por la Paz arribó a Cuba con cerca de 100 personas, muchos de ellos jóvenes que están conociendo la realidad de Cuba por primera vez; viéndola por sí mismos en lugar de a través del filtro de mentiras y odio que predomina en los principales medios de comunicación estadounidenses.
La delegación no sólo está formada por personas que apoyan a Cuba por primera vez, sino también por veteranos de muchas de las caravanas de amistad lideradas por el reverendo Lucius Walker, que dedicaron años a la recogida de ayuda material esencial para la isla en ciudades y pueblos de todo Estados Unidos.
Además de las toneladas de ayuda que recopilaron, lo más importante para Pastores era explicar la verdad sobre Cuba y divulgar cómo esa isla pequeña del Caribe era ejemplo de cómo un mundo mejor es posible. El mensaje de amor de las caravanas y de Walker desafiaba la crueldad del bloqueo.
En más de una ocasión dijo que, “nuestro gobierno no tiene autoridad para decirnos quiénes son nuestros amigos. El pueblo cubano es nuestro hermano”.
Hoy en Cuba están muchos veteranos que llevan consigo la historia de estos 30 años de ayuda solidaria. Está Lisa Valenti, quien acompañó a Lucius en 1996 en una huelga de hambre de 90 días frente al Congreso para exigir la liberación de los ordenadores con destino a Cuba confiscados en la frontera mexicana por agentes estadounidenses.
Está el veterano conductor del Pastor’s Bus, Bill Hill, quien ha participado en la mayoría de las caravanas, incluyendo muchas que fueron detenidas en la frontera con México.
Estuvo desde la primera caravana de 1992, cuando los agentes fronterizos confiscaron biblias y bicicletas de manos de sacerdotes y estudiantes, hasta una caravana detenida en la frontera canadiense y cuya ayuda fue llevada desafiantemente por los caravanistas caja por caja hasta el otro lado.
Otras caravanas han desafiado la prohibición de Estados Unidos de enviar tecnología a Cuba que contenga más de un 10 por ciento de componentes fabricados en Estados Unidos, incluyendo antenas parabólicas y paneles solares.
En 1993, durante la segunda caravana, un pequeño autobús escolar amarillo fue incautado por funcionarios del Tesoro y confiscado durante 23 días, con 13 caravanistas (incluida Lisa Valenti) en su interior, en la ciudad fronteriza de Hidalgo, bajo un calor abrasador. Permanecieron bajo esas condiciones hasta que una protesta internacional obligó a su liberación. El Departamento de Estado alegó que el pequeño autobús amarillo podía ser utilizado por los “militares de la dictadura”, cuando en realidad estaba destinado a una escuela cubana para niños discapacitados.
En la historia de las caravanas siempre parecía haber una nueva forma, cada vez más ingeniosa y valiente, de romper el bloqueo.
Para resumir la determinación de estos viajes de solidaridad y amor, Bill Hill recordó lo que dijo una vez Lucio: “Estos camiones y autobuses no tienen marcha atrás. Tiene un solo propósito: avanzar hacia Cuba”.
El compromiso de Pastores por la Paz con el fin del bloqueo no se centró solo en sus propios proyectos, sino que siempre se ha extendido a otros grupos de solidaridad con Cuba en Estados Unidos cuando se ha necesitado su apoyo. En 2011, por ejemplo, cuando el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco Héroes estaba organizando una gira del afamado grupo nacional de teatro infantil de Cuba, La Colmenita, en los Estados Unidos, hubo necesidad de un autobús para transportar a los niños entre las ciudades de la costa este, y fueron los Pastores quienes proporcionaron uno y Bill Hill lo condujo.
Cheryl LaBash, copresidenta de la Red Nacional sobre Cuba, también forma parte de esta caravana y explicó a Resumen Latinoamericano por qué Pastores por la Paz decidió iniciar las caravanas de amistad durante los años más difíciles de la Revolución, en los años 90, cuando la isla atravesaba su peor crisis económica hasta entonces, conocida como el Período Especial.
“Nuestras iniciativas se llevaron a cabo mientras la administración del entonces presidente George Bush (padre) creaba todo tipo de medidas para obstaculizar los esfuerzos de Cuba por superar la crisis. Bush había decidido mantener los fundamentos de la política genocida contra Cuba, implementada poco después del triunfo de la Revolución de 1959.”
El 6 de abril de 1960 Lester D. Mallory, Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, en un memorándum secreto del Departamento de Estado, definió así la estrategia de Estados Unidos que continúa hasta hoy:
“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… la única manera previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción derivados del malestar económico y las dificultades materiales… deben emplearse rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… un curso de acción que, siendo tan hábil y discreto como sea posible, logre los mayores avances para privar a Cuba de dinero y suministros, para reducir sus recursos financieros, para provocar el hambre, la desesperación y el derrocamiento del Gobierno.”
Eso prescribía lo más subrepticiamente posible para crear dificultades sin los principales socios comerciales del bloque oriental y la Unión Soviética. Y el movimiento progresista necesitaba urgentemente hacer algo desde los Estados Unidos.
¿Por qué? “Porque Cuba y la Revolución Cubana fueron un símbolo de resistencia en nuestro hemisferio, de construcción de un nuevo orden social basado en las necesidades humanas, no en el lucro. Por eso, en mi opinión, se organizaron y emprendieron las primeras caravanas,” dijo LaBash.
Y concluyó: “Cuba nunca estuvo sola y nunca lo estará. Los Pastores por la Paz y la nueva generación de caravanistas continuarán durante el tiempo que sea necesario el legado de Lucius Walker y de los cientos de caravanistas que les han precedido, para poner este criminal bloqueo a Cuba en el basurero de la historia.”
Fuente: Resumen Latinoamericano – Inglés