Paraíso Perdido

Bill Hackwell, 18 de noviembre de 2018

La calidad del aire del Área de la Bahía de San Francisco se ha convertido en la peor del mundo. Se ha hecho norma contar con aplicaciones en nuestros celulares para que nos informen sobre la calidad del aire y mientras escribo, el índice de contaminación por partículas de aire acaba de subir a 217, en comparación con Beijing, durante años vilipendiada como la ciudad con la peor calidad de aire del mundo, hoy en día es de 75.

Es realmente peligroso para cualquier ser humano estar fuera del hogar, incluso con una máscara N95; la mejor máscara facial en el mercado, conocida sólo por su número.

A medida que nos adentramos en la segunda semana de esta situación, más y más personas optan por quedarse en sus casas, y los pocos que están afuera usan N95, con excepción de los miles y miles de personas que viven en las calles, quienes no tienen esa opción.

Comienza a ser una realidad que el llamado Estado Dorado está siendo seriamente amenazado. Las calles están abandonadas, ya que las escuelas, los negocios e incluso el famoso cable carril de San Francisco están cerrados. Pareciera que la imagen común de ver el famoso Puente Dorado a través de la bahía se está convirtiendo en algo del pasado y el vestuario de nuestros nietos con máscaras faciales algo del presente.

Hay 3 grandes incendios que aún no están bajo control en California, 2 en el sur y uno en el norte en el condado de Butte, a 165 millas de donde vivimos en Oakland y ese incendio es la fuente de la peor calidad del aire en esta zona. El incendio forestal de Butte es ahora registrado como el peor incendio en la historia de California y el peor en los Estados Unidos en más de un siglo. Más de 140.000 acres se han quemado y más de 13.000 estructuras se han convertido en cenizas; 9.800 de ellas son viviendas.

Estos incendios son una nueva norma sobre la cual los científicos que estudian el cambio climático nos han estado advirtiendo durante años. Al igual que los huracanes que se hacen más grandes y feroces en temporadas de tormentas prolongadas, a medida que ganan intensidad sobre el Golfo de México, los incendios en el oeste de Estados Unidos no sólo son cada vez más frecuentes, sino que son más grandes y se mueven con la velocidad de un tornado infernal.

En medio de los incendios de Butte se encuentra Paraíso, una ciudad de 27.000 habitantes azotada salvajemente la noche del jueves pasado a la velocidad de 8 campos de fútbol (732 metros) por minuto. Los residentes dijeron que era como una zona de guerra cuando los tanques de propano explotaban como bombas. La gente literalmente tuvo solo un momento para huir y salvar sus vidas y muchos no lo lograron.

Los informes de esta mañana indican que se ha confirmado la muerte de 79 personas y que hay 1.300 desaparecidas. Muchos murieron en sus vehículos; algunos se quedaron sin gasolina y quedaron atrapados. Muchos ancianos y enfermos murieron y fueron incinerados en sus casas. El número de muertes en la ciudad Paraíso seguramente aumentará; y muchos no serán encontrados excepto posiblemente a través de la evidencia de ADN. Las historias personales que cuentan los habitantes de Paraíso,  son desgarradoras. Estados Unidos tiene un historial atroz por la falta de preparación y respuesta a desastres de esta magnitud.

Como de costumbre, la gente del condado de Butte tuvo que valerse por sí misma. Un ejemplo trágico de esto se está desarrollando en la ciudad de Chico, cerca del incendio, donde cientos de víctimas están acampando en un estacionamiento de Walmart y acaban de recibir una nota dándoles un ultimátum para dejar el lugar.

Las personas que se encuentran en este y otros campamentos de emergencia están sin protección en cuanto a la calidad del aire en la zona, que ha alcanzado niveles contaminantes superiores a 500, que se consideran perjudiciales para todos.

Hay 5.100 personas que luchan contra el fuego en el condado de Butte, muchos de los cuales son prisioneros que ganan un salario de esclavos de 1,45 dólares al día por este trabajo tan peligroso y agotador, y esperan que sus días de trabajo cuenten como parte de sus sentencias.

Sólo en las mentes delirantes de los que niegan el cambio climático, como Donald Trump, es inexistente la crisis climática causada por el hombre. Mientras las vidas de la gente estaban siendo destruidas en Paradise, Trump responsabilizó a la mala gestión forestal de California, por los incendios y amenazó con cortar los fondos federales destinados a desastres naturales para el estado.

El pomposo presidente nunca ha dejado que los hechos se interpongan en su camino al no mencionar que más de la mitad de los bosques de California están bajo manejo federal y que su administración ha decidido desviar recursos de ellos. El gobernador saliente Jerry Brown respondió a las afirmaciones de Trump diciendo que no hay nada normal en estos incendios, “este es nuestro nuevo anormal y estará con nosotros en los años venideros”.

No hay una sola persona que viva en los condados principalmente rurales del norte de California que no sienta miedo de perderlo todo en cualquier momento. Un amigo mío que vive en el condado de Sonoma, donde se produjeron los devastadores incendios del año pasado, me dijo: “No es cuestión de que nuestra casa se quemará, sino cuando se quemará”. Originalmente la ciudad Paraíso se llamaba Cumbre de Pobreza, pero ahora está más allá de la pobreza, ha sido borrada del mapa.